Biblioteca Popular "Dr Ernesto De Muro"
  Rincón poético
 

 

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Los pájaros de la Biblioteca De Muro 

 
Salieron de los libros, se hicieron letras papel de diario
revistas de colores, tinta en blanco y negro
con cuentos, noticias, información
 
Se instalaron arriba de nuestras cabezas diciéndonos
suban, arriba, acá estamos
frágiles, pero ágiles
 
De las manos de los niños y de los grandes,
caña y papel, como barriletes al cielo soñado
allí están señalando un territorio
 
Para la imaginación, para el vuelo
para no temerle a los libros,
para hacerlos amigables, para ser abrigo y calor al alma
 
Están cuidando el legado de cientos de vecinos
de su libros depositados en custodia
repitiéndonos que el saber no ocupa lugar pero anida
 
Están los libros-pájaros para curar, para derribar murallas
Y para construir casas, para sembrar y hacer camiones,
para hacer instrumentos y cocinar, para la música y el teatro,
para llorar y reir.
 
Para ser libres.
 Ernesto Alvarez
 
 

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 Amor en la biblioteca 
Liliana Cinetto

Cuentan que cuentan que había
una vez una princesa
que vivía en un estante
de una vieja biblioteca.
Su casa era un cuento de hadas,
que casi nadie leía,
estaba entre un diccionario
y un libro de poesías.
Solamente algunos chicos
acariciaban sus páginas
y visitaban a veces
su palacio de palabras.
Desde la torre más alta,
suspiraba la princesa.
Lágrimas de tinta negra
deletreaban su tristeza.
Es que ella estaba aburrida
de vivir la misma historia
que de tanto repetir
se sabía de memoria:
una bruja la hechizaba
por envidiar su belleza
y el prícincipe la salvaba
para casarse con ella.
Cuentan que cuentan que un día,
justo en el último estante,
alguien encontró otro libro
que no había visto antes.
Al abrir con suavidad,
sus hojas amarillentas
salió un capitán pirata
que estaba en esa novela.
Asomada entre las páginas
la princesa lo miraba.
Él dibujó un sonrisa
sólo para saludarla.
Y tarareó la canción
que el mar le canta a la luna
y le regaló un collar
hecho de algas y espuma.
Sentado sobre un renglón,
el pirata, cada noche,
la esperaba en una esquina
del capítulo catorce.
Y la princesa subía
una escalera de sílabas
para encontrar al pirata
en la última repisa.
Así se quedaban juntos
hasta que salía el sol,
oyendo el murmullo tibio
del mar, en un caracol.
Cuentan que cuentan que en mayo
los dos se fueron un día
y dejaron en sus libros
varias páginas vacías.
Los personajes del libro
ofendidos protestaban:
"Las princesas de los cuentos
no se van con los piratas".
Pero ellos ya estaban lejos,
muy lejos, en alta mar
y escribían otra historia
conjugando el verbo amar.
El pirata y la princesa
aferrada al brazo de él
navegan por siete mares
en un barco de papel.


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 Un secreto de amor
Liliana Cinetto

Tengo un secreto de amor
escondido en el bolsillo.
Es un secreto pequeño
envuelto en miedos sencillos.
Tiene sólo cuatro letras,
cuatro letras que te nombran,
que sólo encuentran mi voz
al abrigo de las sombras.
Mi secreto se acurruca
en la esquina del silencio
y te espía desde un libro
cuando estoy en el colegio.
Roba a veces tu sonrisa
y con hilos invisibles
la hilvana a este amor que crece
en tierras de lo imposible.
Se alimenta en la penumbra
con retazos de palabras
que no encuentran el camino
para llegar a tu alma.
Y cuando no te das cuenta,
se asoma hasta tu mirada
y calma su sed inmensa
bebiendo a sorbos mis lágrimas.
Mi secreto se disfraza
con pretextos y mentira
y solamente la luna
sabe esta verdad prohibida.
Las estrellas son guardianes
que vigilan mi secreto
para que nunca se escape
por la ventana del sueño.
En horizontes de otoño
se deshoja mi esperanza
y se mueren sin caricias
mis manos que no te alcanzan.
Porque no puedo gritarlo
y porque nadie lo sabe
duele tanto este secreto
guardado con siete llaves.
Y mi amor fue condenado
al abismo del olvido
porque estoy enamorado
de la novia de mi amigo.

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Amor con faltas de ortografía
Liliana Cinetto

 Él le escribía mil cartas
que ella nunca respondía.
Eran cartas con amor
y faltas de ortografía.
En laberintos de letras
se perdía a cada instante.
Sus mensajes tropezaban
con todas las consonantes.
Nunca encontraba la erre
y le faltaban las comas
o en lugar de usar la ge
ponía siempre la jota.
En el mar de las palabras
naufragaba cada día
su amor que no respetaba
las reglas de ortografía.
Necesitaba la zeta
para poder abrazarla.
Con las haches que sobraban,
sería imposible amarla.
Enredado en alfabetos,
buscaba su corazón
cómo decir que la amaba
sin signos de puntuación.
Con litros de tinta verde
lo ayudaba la maestra
y corregía las cartas
que no tenían respuesta.
Pero ella seguía ignorándolo
y él decidió hablarle un día.
(Al fin y al cabo no hablaba
con faltas de ortografia).
Le dijo que la quería
con todo el abecedario.
Prometió estudiar las reglas
y comprarse un diccionario.
Ella aceptó y los dos juntos
escriben desde ese día
su hermosa historia de amor
sin faltas de ortografía.

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La biblioteca

 El aire es allí diferente.

Está erizado todo por una corriente

Que no viene del este o aquel texto,

Sino que los enlaza a todos

Como un círculo mágico.

 

El silencio es allí diferente.

Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,

Todo el pensar reunido, casi toda la muerte,

Casi toda la vida y además todo el sueño

Que pudo despejarse del árbol de la noche.

 

Y el sonido es allí diferente.

Hay que aprender a oírlo

Como se oye una música si ningún instrumento,

Algo que se desliza entre las hojas,

Las imágenes, la escritura y el blanco.

 

Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,

Más allá de  los fantasmas y los Ángeles que copian la memoria

Y desdibujan los contornos del tiempo,

Que además carece de dibujo,

La biblioteca es el lugar que espera.

 

Tal vez sea la espera de todos los hombres,
 porque también los hombres son allí diferentes.

O tal vez sea la espera de que todo lo escrito

Vuelva nuevamente a escribirse,

Pero de alguna otra forma, en algún otro mundo,

Por alguien parecido a los hombres,

Cuando los hombres ya no existan.

 

O tal vez sea tan solo la espera

De que todos los libros se abran de repente,

Como una metafísica consigna,

Para que se haga de golpe la suma de toda la lectura,

Ese encuentro mayor que quizá salve al hombre.

Pero, sobre todo, la biblioteca es una espera

Que va más allá de letra,

Más allá del abismo.

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La espera concentrada de acabar con la espera,

De ser más que la espera,

De ser más que los libros,

De ser más que la muerte.

                                            Poesía Vertical

                                            Juarroz, Roberto

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